El Gigante de Ojos Azules, de Nazim Hikmet
Un gigante de ojos azules amaba a una mujer pequeña cuyo sueño era una casita pequeña, como para ella, que tuviera al frente un jardín con temblorosas madreselvas.
El gigante amaba en gigante. Su mano, a grandes obras hecha, mal podía construir muros ni usar el timbre de la puerta de una casita con jardín de temblorosas madreselvas.
El gigante de ojos azules amaba a esa mujer pequeña que pronto se cansó, mimosa, de tan desmesurada empresa que no concluía en un jardín con temblorosas madreselvas.
Adiós, ojos azules, dijo. Y con gracia voltereta, del brazo de un enano rico penetró en la casa pequeña que tenia al frente un jardín con temblorosas madreselvas.
El gigante comprende que amores de tanta grandeza no caben ni siquiera muertos en esa casa de muñeca que al frente tienen un jardín con temblorosas madreselvas
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