jueves, 22 de octubre de 2009

Quejas, para variar

Qué gusto da a veces recordar las frases de las aventuras de Ford Fairlane.
Cada vez que me monto en el tranvía y veo que algún niñato quinceañero y promacarrilla pone su móvil de última generación con el reguetón a tope, me dan ganas de gritar

Tanto gilipollas y tan pocas balas

y quedarme tan ancha, soplando el humo que resta de mi disparo con la Colt dle 45 (por cierto, hay una Colt que se llama "Peacemaker". Estaban graciosos ese día en la empresa...)

También podría decir

Gracias por ser gilipollas, gilipollas


Muchas veces he querido dedicar un espacio a este fenómeno, pero luego pienso... ¿y si alguno de estos mendrugos me reconoce y no sólo sube el reguetón al montarme al tranvía, sino que me espera con sus colegas de turno y me parte las piernas (las "Hy-patias")? Pero realmente es algo, como mínimo, curioso. Leo textos de sociología tratando de descubrir alguna luz sobre este fenómeno de hoy en día: ser lo más mediocre posible es lo que mola. Mecagüenlaleche. Hoy en concreto, he visto a dos ejemplares dignos de estar en un zoo. Cuando hablaban, sólo se les entendía un "chacho", por decirlo de alguna manera, sonaba más a un "shiasho" y de cuando en cuando, se quedaban con la boca abierta, con la baba ante el precipicio del labio inferior. Portaba yo hoy mi violín, y se pusieron a discutir entre ellos qué podría ser. Uno decía "una flauta ahííín" y otro se reía (guturalmente) y contestaba "un acordeón, chasss" (lo cual me sorprendió... nivelazo. Pensé que más allá de los instrumentos referidos a la "chivichanga" -pene-: tócame la flauta, tócame la zambomba, en fin... eran desconocidos en el ámbito kinki). Algún día escribiré sobre este fenómeno social más extensamente. Realmente me importa mucho. Recuerdo que cuando estaba en Alemania, una de mis mayores frustraciones era el tener que volver a toparme con semejante despropósito humano. Pensaba: "Volveré por el aeropuerto del Sur, me montaré en la "guagua" que viene a Santa Cruz y algún maldito osará poner el maldito reguetón a todo meter." En esos instantes, después de un viaje tan placentero, le hubiese, lo menos, eliminado la posibilidad de hacer chistes sobre su flauta, no sé si me explico. No es el reguetón exclusivamente, sino que hay que aguantarles en los bares, que se meten de coca hasta el culo y se dedican a buscar pelea; o si eres una chica, a intentar tocarte una teta o lo que se pueda. También hay en versión chica (playboy) que llevan poca ropa y son tontitas (más aún que ellos). Ah, es un tema taaaaan largo. *

Cuando, con dolor de cabeza por el reguetón y preguntándome hasta la saciedad porqué estudio filosofía con una sociedad tan decadente, llego al conservatorio.
Después de una tarde puteada, lo que me sentaría decir mejor seria aquello de

He oído gatos follando con más oído que este chaval

(donde pone chaval va el nombre del profesor puñetas)



* A lo mejor (a lo peor) alguien puede entender mi texto con un toque fascistoide. Les invito a que cojan todos los día sel tranvía, vayan a los bares por la noche o más cerca aún, a la puerta de los institutos donde pasarán unos cuantos años (estudiar no es guay, tío). Lástima que no haya exagerado ni un ápice.


y para acabar la burrada de esta película:

- Señor Fairlane soy muy rica, rica como para enfermar a la gente. Nada me ofende, cuando tenia 11 años sorprendí a mi padre con el pony que me había regalado por mi cumpleaños, ¿le excita?.
- No lo sé, no conozco a su padre (ella mira hacia el vientre de Ford). ¡Ah! esto bueno, no es nada personal, normalmente se levanta media hora antes que yo, me entiende, venga baja chaval venga abajo Decker, Margaret Tacher en bolas, ya está.
- ¿Decker?
- Sí, Decker de "Black and Decker", como las taladradoras.

1 comentario:

AsDePiqas dijo...

jajajajajajajajaja!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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